Carmelo Rodero Pago de Valterreña
Carmelo Rodero pertenece a una vieja estirpe de viticultores de la ribereña localidad de Pedrosa de Duero. Su infancia transcurre entre viñedos y lagares y sus primeros recuerdos evocan a sus abuelos elaborando el vino a la manera tradicional. Tal era la pasión de Carmelo, que desde su adolescencia comenzó a invertir sus primeras ganancias en nuevas plantaciones de viñedo, y así, a base de ilusión, esfuerzo y sacrificio logró formar una considerable explotación.
Hacia el año 1990 inició su propia andadura, siempre respaldado por su esposa Elena, Juntos apostaron por el futuro y la calidad sabiendo que la base de un gran vino se encuentra siempre en la excelencia de sus “perlas negras” que es como a Carmelo le gusta denominar al fruto de sus viñas. Todo este esfuerzo y búsqueda de la calidad se ha visto recompensado con galardones a nivel nacional e internacional a cada caldo elaborado desde entonces por Bodegas Rodero. A este apasionante proyecto se ha unido una nueva generación, Beatriz y María, las dos hijas de Carmelo y Elena. Ellas han heredado la pasión de sus padres.
ELABORACIÓN
De los viñedos propios del pago familiar de Valtarreña, de 45 a 55 años de edad, que debido a sus peculiaridades genéticas y a su especial microclima, producen un maduración excepcional en la bondad de sus taninos. Suelos arcillosos calcáreos y arenas frescas. Cultivados en vaso y espaldera con unos rendimientos de sólo 3.500 kg por hectarea. Las uvas son vendimiadas a mano en cajas de 12Kilos. Fermentación en depósitos de acero inoxidables y maloláctica en barrica de roble francés. Crianza de 24 meses en barricas de roble francés de 225 litros con un grano seleccionado y una edad media de año y medio.
NOTAS DE CATA
Es un tinto goloso y potente, al mismo tiempo que suave y aterciopelado. Es una mano de hierro en un guante de terciopelo. A la vista resulta muy atractivo y ya deja entrever que va a ser cosa seria. De nítido y brillante color cereza. Prácticamente sin ribete nos permite vaticinar la larga vida que se augura. En fase olfativa podemos encontrar una intensa y agradable gama de aromas. Se entremezclan las notas que evocan a frutas negras en sazón con recuerdos tostados, también de cueros y cafés. A medida que profundizamos vienen a nuestra memoria aromas especiados, de amplia intensidad y elevada persistencia. En boca resulta muy carnoso, sápido, aterciopelado, estructurado, fresco y dotado de un gran equilibrio. Notas de zarzamora, de caramelos de café con leche, de bosque umbrío, de tabaco de pipa, de minerales… Es un vino eterno en sensaciones que además persisten, pues es muy, muy largo.
Temperatura de consumo entre 16-18ºC
Valoraciones
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